Medicina Preventiva y Salud Pública
rocio.rodriguez
Dom, 14/07/2024 - 08:00
Sesión científica en la RANME
Una operación de cataratas puede liberar unos 181,8 kilos de dióxido de carbono (CO2), casi como un trayecto Madrid-Sevilla en coche. Una operación de prótesis de rodilla genera nueve kilos de residuos, casi la mitad de ellos con riesgo biológico, lo que requiere un tratamiento de alto consumo energético para su eliminación segura. El uso del anestésico desflurano durante siete horas tiene el mismo impacto que conducir desde Cabo Norte en Noruega a Ciudad del Cabo en Sudáfrica (15.698 km.) debido a las técnicas de bajo flujo para evitar las emisiones de gases de escape.
Algunos de esos datos, que proceden de diversos estudios internacionales realizados en los últimos años, los aportó José Antonio Rodríguez Montes, académico de número de la Real Academia Nacional de Medicina de España (RANME), durante la sesión científica El impacto de la cirugía en el medioambiente, celebrada a finales de junio en la RANME. "Toda cirugía en un quirófano o la actividad sanitaria en el tratamiento de los pacientes produce distintos tipos de residuos y desechos de impacto medioambiental diferente", señala.
El dato de la prótesis de rodilla lo aportó un equipo de la Universidad de Pittsburgh que cuantifica los efectos de la atención sanitaria en el medio ambiente y hace un par de años se centró en la cirugía ortopédica por generar una gran cantidad de residuos y consumir mucha energía. Una de las coautoras, Melissa M. Bilec, publicó en junio de este año otro estudio donde comparaba el impacto ambiental de las sábanas reutilizables frente a las de un solo uso en los quirófanos. Estas últimas, cuyo destino es el vertedero o la incineración, son menos sostenibles ya que su huella de carbono es más del triple que las reutilizables (a pesar del proceso de lavado que consume mucha agua y carbono).
Cada vez son más los estudios que se realizan en estos campos ya que, aunque el sector sanitario salva vidas, también contribuye notablemente al cambio climático, que afecta enormemente a la salud y provoca mortalidad -según la OMS, la contaminación y la crisis climática causan cada año 1,4 millones de muertes prematuras en Europa-. Así, si el sector salud fuera un país sería el quinto emisor más grande del planeta, con el 4,4% de las emisiones globales netas (dos gigatoneladas de CO2), lo que equivale a las emisiones anuales de 514 centrales eléctricas de carbón, según un informe de la ONG Health Care Without Farm (Salud sin Daño en español).
Si tenemos en cuenta que uno de los sectores señalados como más contaminantes es el de la ganadería bovina, con el 10% de las emisiones globales, el de la salud supone casi la mitad de este. Más de la mitad de esa huella climática (56%) procede de EEUU, China y la Unión Europea. El sector salud de EEUU, segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero a nivel mundial, es responsable del 10% de las emisiones del país. De ahí que se busquen soluciones para reducir este impacto.
Hospitales, 'generadores' de residuos
Pensemos en un hospital: jeringuillas, batas, mascarillas, guantes, EPI, tubos de aspiración, vías, bolsas de suero/sangre/orina, residuos de medicamentos, cultivos... Los desechos son innumerables y se producen, en distinta medida, en cada lugar del edificio: laboratorios, consultas, quirófanos, urgencias...
"Hay un dato de una organización internacional que dice que un hospital de 100 camas genera una media de entre 1,5 y 3 kilos de residuos por día y cama. Si lo damos por válido y multiplicamos en un hospital de 1.000 camas podemos calcular el volumen de residuos, pero ahí entran de todo tipo como cafetería y hostelería", explica Rodríguez Montes, que es también catedrático emérito de Cirugía de la Universidad Autónoma de Madrid y exjefe del Servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo del Hospital Universitario La Paz de Madrid.
El catedrático señala que entre el 75 y el 90% de los residuos hospitalarios son comunes; entre el 10 y el 25%, biológicos; y el 5% se consideran peligrosos por su naturaleza patógena, son "productos infecciosos, citostáticos, radiactivos, etc.".
Los quirófanos producen entre el 20 y el 35% de todos los residuos que genera un hospital
"Cada tipo de residuo tiene un patrón concreto de gestión. Hay determinados residuos que necesitan una temperatura concreta, entre 850 y 1.000 grados Celsius, y en instalaciones determinadas porque si no podrían producirse dioxinas, que es un contaminante orgánico persistente, o furanos, un agente cancerígeno que podría afectar a la salud humana. Evidentemente, hay unas normativas preceptivas muy rigurosas y que se cumplen a rajatabla, tanto de las comunidades autónomas, como españolas y europeas", asegura Rodríguez Montes.
En ese sentido, "aunque en España contamos con el Decreto 104/2002, del 26 de julio, de Ordenación de la Gestión de Residuos Sanitarios y otras normativas, es fundamental la implementación de nuevos planes de gestión de residuos, la instrucción y formación del personal al respecto, la correcta separación de los residuos en función de su naturaleza y el uso de tecnologías adecuadas", recomienda Rodríguez Montes.
Los quirófanos son un especial foco generador de residuos: producen entre el 20 y el 35% de todos los residuos y pueden consumir hasta seis veces más energía que el resto del hospital, por el uso de anestésicos y de productos desechables de un solo uso. "La cantidad de residuos y su manejo también dependen del conocimiento y la sensibilidad del personal de quirófano", apunta Rodríguez Montes, quien explica que el personal está formado y la enfermera de quirófano asume un papel importante en el reciclaje del material que se usa ahí, al igual que en laboratorio hay una figura responsable y en cada dependencia hay personal de mantenimiento, además del Servicio de Medicina Preventiva.
La regla de las 3R
"Pero no se trata de dejar de intervenir, sino de prevenir, reducir la contaminación y gestionar mejor. Y aplicar la regla de las 3R: reducir, reciclar y reutilizar", recalca Rodríguez Montes. Y pone como ejemplo el instrumental quirúrgico "que viene en cajas de plástico. Se podrían cambiar por cajas de acero inoxidable, que es reutilizable y se puede esterilizar incluso con mayor eficacia y más eficiencia que el plástico. Así se reduciría la cantidad de plástico, ya que se utilizan más de 50 tipos de artículos de plástico en el quirófano".
El académico usa otro ejemplo: el agua. "En el lavado quirúrgico que hay en un hospital medio, que tiene 20 quirófanos y hace unas cuantas operaciones al día, considerando que son varios minutos, hay estudios que calculan que haciéndolo correctamente se podrían ahorrar hasta 40.000 litros de agua al mes. No es solo ahorrar agua, sino costes. Algún estudio ha demostrado incluso que se puede sustituir el lavado quirúrgico convencional con una especie de pomada, sin usar agua, manteniendo el mismo efecto antiséptico. Un hospital estadounidense hizo el estudio y lo tiene ya implementado porque ahorró casi 700.000 litros de agua y bastante dinero".
El catedrático agrega: "Si se regula la temperatura adecuada se ahorra energía y costes también. Y como estas medidas, todas las que se quiera. Al final, aparte del conocimiento que se pueda tener sobre residuos, la mayor eficiencia se adquiere siempre con la conciencia ecológica y social de cada uno de los que intervienen".
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Electrocirugía y anestésicos, muy contaminantes
"La electrocirugía se aplica en el 85% de las intervenciones. Estudios internacionales han demostra
Los quirófanos son un foco generador de residuos y los gases para anestesiar son necesarios pero muy contaminantes. La clave es la regla de las 3R: reducir, reciclar y reutilizar.
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Rocío R. García-Abadillo
Profesión
Formación
Política y Normativa
Anestesiología y Dolor
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